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Las setas en la isla de La Palma
Por Rose Marie Dähncke
Presidenta de Honor de la Sociedad Micológica de La Palma
En La Palma, la época de las setas empieza con la llegada de las primeras lluvias otoñales. El crecimiento comienza en el lado este de la isla, en cotas situadas alrededor de los 700 m sobre el nivel del mar, donde se concentra la humedad que traen consigo los vientos alisios.
En las zonas más altas, como la Pared Vieja, las setas aparecen una semana después. Desde allí continúa el proceso de desarrollo micológico ascendiendo por las pendientes de la Cumbre Nueva, hasta llegar a la Hilera de la Cumbre, la cresta que divide a la isla en dos bandas.
En el lado oeste de la isla, las setas crecen unas tres o cuatro semanas más tarde. En esa zona existen dos lugares muy buenos para buscar setas: El Riachuelo y Tacande.
Al norte de la isla, en los amplios territorios de Barlovento y Garafía, la época óptima de las setas comienza en el mes de enero. En las partes más altas de esta zona se encuentra una serie de especies que no crecen en ningún otro lugar de la isla, pues necesitan temperaturas muy bajas para poder desarrollarse.
Los aficionados a las setas deben saber que muchas de ellas crecen asociadas a determinadas especies vegetales, en un proceso simbiótico denominado micorriza. Así, por ejemplo, las cantarelas (Cantharellus cibarius) y los boletos de verano (Boletus aestivalis) crecen cerca de los castaños; el boleto común (Boletus edulis) y los níscalos (Lactarius deliciosus) lo hacen junto a los pinos canarios.
Las setas que se recogen para comer se deben cortar por la base del pie, dejando el resto intacto, pues de esta forma no se lesiona el micelio, la parte de las setas que vive bajo tierra y que dará lugar a nuevos ejemplares.
Quienes se interesen más profundamente por la micología y busquen ejemplares para su estudio detallado deben recoger los ejemplares enteros, pero cuidando también de no dañar el micelio.
Estas setas, recogidas para su identificación, deben ser guardadas y transportadas con mucho cuidado, separadas unas de otras, para que lleguen enteras y conserven todas sus características específicas: color, olor, sabor, etc.
En la isla de La Palma existen más de 80 especies de setas comestibles, pero no todas ellas tienen la misma categoría culinaria, y algunas, incluso, sólo son comestibles después de haber sido preparadas de un modo especial.
Las setas comestibles más conocidas y de mejor calidad que podemosencontrar aquí son los boletos (Boletus edulis, Boletus aestivalis, Boletus fragans), las populares carolinas o cantarelas (Cantharellus cibarius), el falso rebozuelo (Hygrophoropsis aurantiaca), los níscalos (Lactarius deliciosus, Lactarius sanguifluus), la armilaria color de miel (Armillaria mellea) y la lepista (Lepista nuda).
Afortunadamente, de las más de 1.000 especies de setas existentes en la isla, sólo unas pocas son altamente tóxicas, destacando por encima de todas la cicuta o falsa oronja (Amanita phalloides), cuya ingestión resulta mortal en la mayor parte de los casos. Al mismo género pertenecen la amanita pantera (Amanita pantherina) y la matamoscas (Amanita muscaria), que provocan graves intoxicaciones a quienes las comen.
También pueden resultar bastante tóxicas dos especies de agáricos o champiñones silvestres (Agaricus xanthoderma y Agaricus praeclaresquamosus).
Desde que llegué a esta isla, hace ya 25 años, he estado realizando mis estudios con las setas. Enseguida me di cuenta de que La Palma alberga un extraordinario tesoro micológico, que cada año, después de las lluvias, nos sorprende de nuevo.
A través de mi libro "Las Setas de La Palma" se han enterado de esto los amantes de las setas de toda Europa y hasta de los Estados Unidos, y desde hace algún tiempo acuden a la isla para aprovechar la temporada de las setas.
Me alegra mucho el reciente interés de los palmeros por sus setas, para comerlas o estudiarlas, o simplemente por el placer de buscarlas y encontrarlas, pasando un divertido día en el bosque.